Un cuento, nacido post cuento...

Ahi estas, dormida ya...sé que estas feliz, soñando profundamente con cuentos, con princesas y principes, caballos y carrozas, brujas y hadas. Y yo soy gran complice en eso, ya que te cuento aquellas historias que aunque sea literatura infantil, a ti y a mí nos encantan. Y no me arrepiento para nada de hacerlo; es más, lo disfruto tanto como cuando tú me cuentas a mí. Ambos somos unos niños encerrados en un cuerpo de adulto, libres de jugar y soñar, de reir y llorar, de sentir y amar...
Me quedo pensando, mientras miro tus ojos cerrados, con ese movimiento sutil del sueño profundo, en nuestra propia historia. Hemos tenido tambien fantasia, realidad, brujas, brujos, hadas y hados...hemos viajado a un sinfin de lugares sin movernos un centimetro siquiera, hemos estado en los más maravillosos bailes juntos. Y sonrío, sí, sonrío porque me siento tan complementario a ti, como sé que te sientes tú respecto a mí. Sonrío porque siento la felicidad de las cosas simples, como el de contarte un cuento de niños, al recordar cuanto te ríes en que yo cambie la voz y haga mis aportes al cuento, saliendome un poco de la base, riendome igualmente y desconcentrandome, para luego recuperar la historia. Y lo mejor de todo, es que en cada cuento, va una gran parte de mí, que es el mejor regalo que puedo hacerte...
Te has movido un poco, no quiero que despiertes, porque hoy has tenido un día algo pesado, ocupada en los preparativos de un próximo evento de tu trabajo. Aparto un poco ese mechón que siempre te molesta, y ya pienso en el próximo cuento, la siguiente historia...en que vayas tú y yo, juntos, soñando que estamos en ella, tal como cada día, vamos escribiendo la nuestra...montados en el caballo de los sentimientos, avanzando por los bosques de la vida, por los senderos del amor...