A mi Estrellita

jueves, abril 20, 2006

Ausencia

La extraño, la extraño inconmensurablemente. En este momento solo tengo a la Ausencia como compañera de viaje en este tren que es mi vida, mientras que quien quiero que este, debe estar en otro vagón, mientras pienso que en realidad, esta por los pasillos, buscando este sitio a mi costado. Y pienso, siento, que es estar sin la persona que falta aquí para llenar el vacío...
Cuando nos toma del brazo la Ausencia, siempre viene con su vasallo, la Soledad...uno siente ese gran espacio, que no se puede llenar más que con el ser amado. Y vaya que se nota cuando falta esa persona que ha tocado hasta la ultima cuerda de ese instrumento que es el Corazón. Es como un pulso electromagnético que se cierne sobre todos nuestros equipos, nuestros sistemas, descontrolandolos, haciendonos perder la noción de todo, de perder información diaria, de incluso dejarnos sin el impulso de construir, de hacer cosas. Sientes que eres solo una isla, una isla muy perdida en medio de un archipielago de otras islas, que no se detienen a ver. El ruido de la calle, aunque intenso, solo es un leve murmullo ante el grito del Alma, que llama a quien le esta faltando. Ya no existen las horas, los minutos, los segundos...solo el tiempo es eso, tiempo que pasa, sin tener medida, así, sin más que seguir su andar...
Puedes temblar, se puede nublar o desvanecer tu mirada, mientras te sumerges en las humedas letras y melodías de una canción de Amor...mientras espera que venga ella, armada tan solo con las bayonetas de sus brazos, cargada de balas de besos, lista para hacer huir a ese cruel tirano que te tiene prisionero. Y cuando al fin, sientes tu cara apoyada en su hombro, cuando sabes que puedes caer en sus brazos, que cerraras los ojos y sientes su respirar, su latir, su calor, solo ahi te sientes seguro, en paz, tranquilo...porque has comprendido de mucho tiempo atrás, que ella es más que una mujer, es un refugio, es una terraza donde puedes ver las estrellas, aunque sea de día...
Y aquí estoy, encerrado, vigilado, rondado por la Ausencia, que se sonrie de su triunfo. Pero jamás podra triunfar, no señor, porque como un prisionero, tengo mi hogaza de recuerdos, que saco a pedacitos, que me deleitan al sentirlos en la boca de mi alma y mi corazón, que me mantienen aún muy cerca de ella, a pesar de los kilómetros que nos pudieran separar...
Ven, Amada mía, ven que te llamo...ven que guardo este sitio, a mi lado, para que me acompañes en este tren llamado Vida...